Galletas de mantequilla de maní
- Felipe Fontana
- Nov 4, 2020
- 5 min read

¡Estas galletas son para morir! Hay algo muy reconfortante en estas exquisitas galletas 100% veganas que compartiré hoy con ustedes. Tienen para mi algo de nostálgico, pues me recuerdan a una tía que las hacía siempre que la visitábamos en el sur. Ella había vivido varios años en los Estados Unidos y de ahí sacó esta receta que fue tan generosa de enseñarme y que hoy aprenderán ustedes.
El día que mi tía Dina me enseñó la receta era un día gris y de torrencial lluvia. Mientras cocinábamos juntos, me contó el origen de sus famosas galletas. Resulta que durante el tiempo que vivió en Oregón, se fascinó con la crónica roja y las historias de crimen. “Es que los gringos tienen muy buenos asesinos, los mejores” me dijo con toda seriedad mientras metía una bandeja en el horno. Esto le llevó a investigar del tema y leer los clásicos. Pero después de leer a Capote y estudiar sobre los asesinos seriales de siempre (“Los greatest hits” me dijo, listando a Bundy, Wayne-Gacy, Gein, Dahmer, Manson y otros que no recuerdo), quedó corta.
Fue así como -raspando el fondo del barril- llegó a encontrar viejos artículos de periódico sobre un tal Ronald Willems-Worth, que a sus 35 años fue arrestado en Portland por el homicidio frustrado de Rose Rodríguez el año 1977. Estando ya detenido, Willems-Worth fue convencido por su defensor de colaborar al máximo con la investigación con la esperanza de evitar una sentencia muy alta. Fue así como Ronald terminó por confesar 17 asesinatos consumados por toda la costa oeste en un periodo de 10 años (el abogado definitivamente no esperaba este giro en el caso). Las víctimas tenían tres cosas en común: eran todas mujeres, de mediana edad y tenían fatales alergias alimenticias.
El modus operandi fue siempre el mismo: Willems-Worth frecuentaría tiendas de comida naturista en distintas ciudades y pueblos, donde a través de su atractivo aspecto y sus naturales encantos llegaba a conocer a las clientas del lugar. Usando varios nombres falsos, les contaba que era un chef experto en comidas alternativas, y que se había especializado en la imitación de alérgenos comunes. Si la clienta era solo vegetariana, hippie, o una religiosa con restricciones alimenticias, sus interacciones acababan en el mismo momento. Pero si su blanco resultaba ser severamente alérgica a alguna comida, Ronald continuaba su rutina. En el mejor de los casos las seduciría por un periodo de semanas, culminando aquellos esfuerzos con la oferta de una romántica cena preparada por él mismo.
Ronald Willems-Worth llegaría la noche concertada al hogar de su víctima con una cena ya preparada, que contenía precisamente altas cantidades del alérgeno mortal de turno. Muchas de las asesinadas hasta felicitaban a Ronald por la increíble copia, ignorando la trampa en la que habían caído si no hasta ya muy tarde.
Cuando comenzaban los primeros síntomas de la reacción alérgica, Willems-Worth se aseguraba por medio de amenazas y la fuerza de que sus víctimas no pudieran huir o medicarse. Luego cuando su estado empeoraba y se desmayaban, Ronald las observaba hasta sus muertes. Luego escapaba de la escena cuidando eliminar cualquier pista que permitiera hacer sospechar de su presencia en el lugar. Las muertes pasaban después por el sistema como simples accidentes alimenticios, y Ronald volvía al camino en busca de su próxima víctima.
Así se repetiría este actuar en 17 ocasiones hasta que, en octubre de 1977, Rose Rodríguez sobrevivió al ataque de Willems-Worth y pudo denunciar lo ocurrido a la policía. ¿Cómo sobrevivió? Willems se confío demasiado y se fue de la escena sin comprobar la muerte de Rose. Por fortuna, Rose Rodríguez resultó no ser tan alérgica a los mariscos como pensaba.
La completa colaboración de Ronald con la investigación fue reconocida por las autoridades en el acta del juicio, pero de todos modos fue condenado unánimemente por un jurado a la pena de muerte. El condenado fue trasladado desde la cárcel de Portland, donde había estado privado de libertad durante la investigación, al pasillo de la muerte de la Penitenciaria Estatal de Salem, capital de Oregón. Allí Willems-Worth esperó la ejecución de su condena por 6 años. Finalmente, el día llegó.
Como es tradición allá en los Estados Unidos, para la víspera del día de su ejecución, Ronald Willems-Worth pudo elegir -dentro de los límites de lo razonable- su última cena. El condenado pidió un trozo de filete de res cocinado a punto en mantequilla y romero, con papás horneadas y crema de champiñones a la pimienta. Para beber pidió una botella de vino tinto, y de postre, seis galletas de mantequilla de maní “como las hacía su madre”; es decir, “con maníes enteros horneados dentro de la masa”. El alcaide autorizó su petición y el cocinero de la prisión preparó todo con sumo cuidado.
Los dos gendarmes que cuidaban la habitación especialmente dispuesta para el rito de la última cena declararon luego que Willems-Worth comió lentamente la carne, preocupado de disfrutarla mucho. Tras haber comido el plato fuerte y bebido media botella de vino, Willems-Worth anunció que estaba listo para el postre. Cambiando su disposición completamente, cuentan los gendarmes, Willems-Worth engulló con prisa las galletas, bebiendo vino entre cada bocado para bajarlas lo antes posible. Terminada la cena, el condenado se puso de pie y se entregó a los gendarmes para que lo esposaran y dirigieran a su celda.
Fue durante este traslado que uno de los gendarmes comenzó a notar el pesado respirar de Ronald, y como su piel perdía todo color. Antes de que pudiera preguntarle nada, Willems-Worth colapsó y cayó de cara al piso. Su rostro y manos se habían hinchado como globos, sus labios de un oscuro azul. Ronald Willems-Worth alcanzó a ponerse de costado para vomitar un poco, y finalmente balbuceó palabras ininteligibles con apenas un poco de aire antes de morir. La causa fue determinada posteriormente por el forense: un choque anafiláctico producto de una severa reacción inmune ante la ingesta de maní.
El asesino de las alergias moría por su propia mano, en sus propios términos.
Mi tía descubrió en sus estudios luego una entrevista con el cocinero de la cárcel, quien compartió su receta con el público. Desde entonces que mi tía Dina las cocina, y siempre que lo hace se pone nostálgica por los lindos años que pasó en el extranjero.
Ingredientes:
- 1 taza de mantequilla de maní cremosa (la puedes comprar o bien hacer tú mismo procesando maní, solo ten cuidado de sobrecalentar tu procesadora de alimentos).
- Maní sin sal.
- 1/3 taza de Azúcar rubia.
- 1 taza de Harina.
- 6 cucharadas de leche vegetal o agua.
- 1 cucharadita de Polvos de hornear.
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla (opcional).
- Una pizca de sal gruesa (si la mantequilla de maní no es salada).
Preparación:
1. Precalienta tu horno a 175ºC.
2. Cubre con un mat de hornear o papel mantequilla una bandeja del horno.
3. En un bol grande, combina la mantequilla de maní, el azúcar, la leche vegetal o agua y la vainilla. Mezcla hasta que esté todo homogéneamente incorporado y cremoso.
4. Ahora agrega la harina, los polvos de hornear y la sal. Combina todo bien hasta formar una masa.
5. Agrega a la masa cuantos maníes enteros quieras y vuelve a mezclarla.
6. Separa la masa en porciones para cada galleta. A mí me gusta hacerlas en porciones de una cuchara y media bien grandes. Hazlas pelotita, y ponlas en la bandeja, procurando dejar al menos 6 centímetros entre cada bola.
7. Usando un tenedor, aplana las pelotitas dejando un patrón cruzado en la masa.
8. Opcionalmente, puedes adornar con un maní el centro de cada galleta, y espolvorear sal gruesa o azúcar sobre ellas.
9. Pon la bandeja en el horno y déjalas cocinar entre 10 a 13 minutos. Hacerlas por 13 minutos las debería dejar un poco más crujientes, pero todavía con un centro suave.
10. Sácalas del horno, déjalas enfriar unos minutos, y transfiere las galletas a una rejilla.
11. Repite el proceso con la masa que te quede.
Disfruta estas deliciosas galletas mientras siguen tibias. A mí me encantan con una taza de café para pasar una tarde helada.
¡Recuerda también siempre cuidarte si tienes alergias!
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Hasta la próxima, mis amigos.

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