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Te verde con jazmín

  • Writer: Felipe Fontana
    Felipe Fontana
  • Nov 15, 2020
  • 4 min read

Updated: Nov 27, 2020



Nunca le había prestado atención a lo que ponía en mi taza a la hora de tomar once hasta que la conocí a ella. En mi vida, siempre me había contentado con el café instantáneo y el té negro con azúcar. Solo muy ocasionalmente tomaría una manzanilla para algún malestar. A veces, en casa de uno que otro amigo, aceptaría un mate. Esos eran mis límites con las infusiones.

Ella no podía creerlo cuando le conté esto. Fue en su casa, la primera vez que fui. Estaba muy nervioso. Nos habíamos conocido apenas una semana antes en el cumpleaños de un amigo en común. Esa noche ella tomó toda la iniciativa, lo que me sentó muy bien, pues a mí me cuesta mucho hablar con extraños y por lo general me dan pánico las aglomeraciones. Hubiera sido para mí una noche perfectamente aceptable si solo hubiera hablado con un par de amigos, y me hubiera ido a casa temprano. Pero ella se me acercó y fue encantadora. No disfrazó sus intenciones, algo le gustaba de mí. Me dejé querer, y no tras mucho la empecé a querer. Intercambiamos mensajes sin parar por varios días hasta que pude ir a visitarla.


Abrió la despensa y me mostró innumerables cajas y frascos con hierbas, especias e ingredientes de los que nunca oí antes. Un agradable olor terroso y misterioso cubrió su cocina. Me preguntó qué quería beber. Ahí fue que le confesé que no conocía nada de lo que me estaba mostrando. Se sorprendió. Supongo que podía ser sorpresivo, tenía los medios como para haber accedido a esas cosas, solo nunca lo hice. Bueno, nunca es tarde, me dijo. Me hizo elegir, yo no sabía que escoger. Esperó que inspeccionara las cajas y frascos sin decir nada. El sol se escondía y la cocina se teñía de un agradable color dorado. Era el final del invierno. Me gustaban mucho sus ojos. La casa estaba vacía, y podía ver motas de polvo flotar en los haces de la cálida luz. Silencio.


Sin pensarlo mucho elegí una caja. Era de color verde oscuro, tenía bordes dorados, y una inscripción en un idioma asiático que no pude reconocer. Ella la abrió y la acercó a mi nariz para que oliera. Frescor de té verde, dulzor de flores de jazmín. Sencha japones, me dijo. Hirvió agua, preparó una tetera y luego me sirvió una taza. Ni pensar en endulzarlo. Sentados frente a frente, bebimos. Nunca había saboreado algo así. Nos besamos un poco después, y sentí ese aroma a flores en su boca. Era principios de primavera.


Nos empezamos a ver más seguido. Repetimos lo anterior como un pequeño ritual: ella abriría la despensa y yo elegiría sin decir nada. Así fui probando. Oolong ahumado con leche de avena, té negro chai, matcha con rosas, té de hibisco seco, rooibos con vainilla. Terminábamos cada tarde con besos. Mientras nos quitábamos la ropa, se enfriaban nuestras tazas. El sol calentaba cada día más.


Sentí amor. Un amor que había buscado por años y que me eludía, de pronto se dejó caer ante mi sin aviso. Lo abracé, y tenía olor a flores. A veces las cosas pasan sin tanto esfuerzo. Ahora huelo la flor del jazmín y pienso en ella, siempre. Sabor a flores, como las que tenía en sus brazos, y las que coronaban su pelo cuando la soñaba.


Era verano. En las incertidumbres que trae la vida nuestro rito del té era un refugio. La ciudad ardía, los ojos también. La enfermedad nos encerró de a millones. Había flores afuera que nadie podía oler. A veces un miedo abyecto nos poseía. Muchas incertidumbres paralizan. Pero siempre podíamos beber una taza de algo juntos y mirarnos a los ojos. Contenernos en nuestros brazos. Sentir amor.


No contaba con que se fuera. Tal vez pude haber hecho más, pero se quería ir. No fue una pelea, no fue un enfrentamiento. Lo hablamos y podía irse. Era una buena oportunidad. Tenía que irse. Se fue. Yo la amo todavía, supongo que ella también, un poco. Pero no está. Del mismo modo que llegó se fue, sin más. Las cosas buenas terminan. Yo me dejé querer, y luego dejé que me dejara de querer. Era otoño.


El té verde con jazmín es mi favorito. Esa dulce sensación floral que queda en tu nariz incluso después de tragar el té me recuerda su calor. Su boca, sus ojos. El tono de su voz. La extraño. Es invierno de nuevo. El té verde con jazmín es mi favorito, pero lo bebo cada vez menos. Su recuerdo me duele a veces.


Pero no tiene por qué dolerte a ti.


Ingredientes:

- Té verde con jazmín.

- Agua.


Preparación:

1. Si tienes el té en bolsa, hiérvelo como indica el siguiente paso en una taza. Si tienes té suelto, se recomienda una cucharada por taza.

2. Calienta agua a 73ºC. Si el té de jazmín es puro, el agua hervida más caliente puede volverlo muy amargo.

3. Vierte el agua en la taza con el té. Deja infusionar a lo menos 2 minutos, pero no más de eso.

4. Servir.


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©2020 Felipe Fuentes Mejías.
Fotografía por Jael Misraji Giordano.

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